miércoles, 13 de marzo de 2013

Socialismo del siglo XXI sin información

Estos días brotan por doquier las opiniones sobre la política de Chávez, tras su muerte el cinco de marzo. Llegado el momento de alabarle o criticarle, eso sí, sin ensañamiento, que dicen que lo malo se debe decir en vida y no en muerte, la balanza se decanta a este lado del océano por su detrimento. El incremento de la inflación, de la criminalidad y de la corrupción, el atropello contra los derechos humanos denunciado por Human Rights Watch y la expropiación y nacionalización a diestro y siniestro pesan más que esa relativa reducción de la pobreza que alegan quienes defienden su gestión en uno de los países potencialmente más ricos del mundo por sus yacimientos de petróleo. Lo que nadie puede negarle es que lo hizo con el apoyo de la mayoría de su pueblo, demostrado en sucesivas elecciones. El discurso arrollador de Chávez  conectaba con las clases más bajas que para su fortuna son las más numerosas.

Sin entrar a valorar si hay o no un trecho entre lo dicho y lo hecho por Chávez en sus multitudinarios discursos, toda la magnanimidad de esa revolución bolivariana deja de estar legitimada cuando no hay libertad de prensa independiente que permita la transparencia del sistema. Si no se tiene nada que ocultar debe haber espacio para la crítica, todo lo demás escama.
Si Chávez de verdad creía en el socialismo del siglo XXI debió dejar que el país que gobernaba se desarrollara en el contexto informativo que le correspondía. Ahora están a tiempo de cambiarlo, para ello el pueblo venezolano tendrá que escuchar su propia voz y no la que provenga de un micrófono.

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